20091216

Bésame, bésame mucho...

En el fondo sonaba un dueto de Joao Gilberto y Caetano Veloso interpretando "Bésame mucho", un dulce bolero con un ligero sabor de bossa.

Sus dedos acariciaban monótonamente el borde de la copa, ocasionalmente me lanzaba miradas, algo esquivas, siempre intensas, y de pronto el cuarto se iluminaba con un suave esbozo de su sonrisa. El tiempo avanzaba lentamente, viscoso y juguetón como un paño de seda cayendo.

Bésame... bésame mucho...

Me imaginé estirando la mano por sobre la mesa, buscando la suya, jugueteando con su tersa piel, recorriendo su brazo con la punta de mi nariz, la curva de su hombro, su largo cuello hasta el orificio bajo su oreja, aspirando profundamente su perfume, su cabello, su aroma...

Casi podía sentir el calor de su espalda descubierta, adornada por un efímero vestido... podía respirar su tibio aliento acompasado con mi respiración... esa breve tensión antes de que los labios se encuentren... ese beso que podría hacer que todo valiera la pena...

... como si fuera esta noche la última vez...

Tomó su copa, la llevó a su boca y bebió levantando un poco su cabeza, mostrándome su delicada garganta, y ese pequeño lunar sobre su clavícula que solo se manifiesta ante quien tiene embriagados todos los sentidos con la escena...

Bajó la mirada con una inocente risa, sus cabellos sueltos cascadearon al ritmo de la música, cubriendo por un momento sus ojos, dejándome con la angustia y la expectativa del instante en que volverían a aparecer... y ahí estaban de nuevo, haciéndome sentir en un infinito vacío, siendo el único objeto de todo su deseo en ese preciso instante...

... que tengo miedo a tenerte y perderte después...

No me atrevía siquiera a tocarla, me sentía torpe y terrenal, como si ella fuera una burbuja etérea que al contacto desaparecería sin remedio. Yo sabía que ella lo deseaba, que me incitaba, con una mirada sobre el hombro, mordiendo gentilmente su labio inferior... su fragancia inundando todo el salón como el humo pegajoso del incienso, que permanece en la memoria...

Tímidamente rocé con la mano su espalda, desde sus omóplatos, ascendiendo, sintiendo bajo su piel cada una de sus vértebras, y me detuve cuando sentí la delgada cadena que la adornaba... ansiaba su reacción como si en ello me fuera la vida misma, sentí su piel contraerse bajo mi toque, su escalofrío se transmitió hasta lo más hondo de mi ser... giró rápidamente su cabeza, sus cabellos formaron una cortina que flotó unos momentos en el aire, anunciando el paraíso: su cara frente a la mía, sus ojos ante los míos, sus labios buscándome, su respiración detenida como si yo fuera el aire que ella necesitaba para seguir...

Me buscó con la mirada, pero solo encontró el revés de mi figura saliendo del lugar, mi silueta oscura recortada contra la luz de una farola en la calle, y la puerta cerrándose tras de mí...

Bésame...